martes, 26 de agosto de 2014

Introducción

La palabra imposible surge a partir de la necesidad de mostrar la producción de los diversos tipos de textos realizada a través del curso de Competencias Comunicativas I. 

El nombre del blog obedece a una paradoja al ser contrastada con el nombre del curso: la comunicación como un hecho ficticio e imposible. Ficticio porque todos los días la construimos sobre la base de una cultura que es artificial (todo hecho cultural es artificio y ficción), e imposible porque lo esencial del mensaje nunca se dice, no se puede decir porque es imposible, no hay palabras que lo expresen, como lo diría Hemingway: sólo vemos la punta del iceberg, la mayoría del iceberg queda oculto a nuestros ojos bajo el agua. De esta forma basamos nuestras relaciones en un lenguaje lleno de silencios que hay que aprender a leer, de sobreentendidos y de interpretaciones - generalmente malinterpretaciones-; un lenguaje en el que, sin embargo, tenemos una fe casi inquebrantable que nos ayuda a "superar" los inconvenientes y nos convence de que las piezas encajan -como lo dice la canción Schism, de la banda Tool a propósito de la comunicación-, de que sí es posible la comunicación como un hecho real y absoluto. 

Para terminar esta introducción, siempre tratando de abrir un espacio a la duda y no dar por sentado nada, cito unas palabras de Ortega y Gasset, citadas a su vez en la introducción hecha por Javier Torres Nafarrete al libro El derecho de la sociedad de Niklas Luhmann: "no se entiende en su raíz la estupenda realidad que es el lenguaje si no se empieza por advertir que el habla se compone sobre todo de silencios... Cada pueblo calla unas cosas para poder decir otras. Porque todo sería indecible."

Texto narrativo - La hoguera

El texto narrativo es quizás uno de los tipo de texto más antiguos en el ser humano, pues la necesidad y capacidad de contar historias vienen desde la prehistoria. Sus orígenes son de carácter oral pero con la creación de la escritura los relatos reales o ficticios pasaron al papel. La estructura clásica de cualquier narración se expresa así: inicio, nudo o desarrollo y desenlace, sin embargo, actualmente, esta estructura ha sufrido modificaciones notables debido a los experimentos formales que han desarrollado los grandes cuentistas de la historia.

«¡Un incendio! ¡Se quema la casa!» gritaba Antonio después de levantarse de un salto como mordido por una pesadilla.

Antonio se queja durante un rato hasta que al fin decide levantarse preso del dolor. Su mujer va a la cocina para llenar una tina con agua fría y ponerla a los pies de su esposo.
Desde hace casi diez años repite la misma escena todas las noches. Antonio y su mujer, Rosa, llevan cuarenta y dos años de casados y ya ninguno de los hijos vive en casa.

Antonio se levanta todas los días a las tres de la madrugada, a las cuatro debe estar en la plaza para comenzar a cargar los bultos de verduras que llegan en los camiones. Comenzó a trabajar cargando bultos antes de conocer a Rosa, la conoció una mañana en que él fue a almorzar al negocio donde ella había comenzado a trabajar.

Durante el día siente hormigueos en las piernas y leves dolores, pero es en las noches cuando el dolor se agudiza.
A veces cuando se levanta por la madrugada maldiciendo su trabajo se pone a hablar con Rosa sobre lo que era su vida en el mercado cuando se conocieron. Mientras tiene las piernas metidas en el agua fría. Ese es su único alivio.
-A esta edad y con estos dolores es imposible seguir trabajando cargando bultos.
-¿Qué es lo que siente en las piernas?
No es la primera vez que Rosa pregunta eso y no es la primera vez que él responde: comienza con un cosquilleo, un hormigueo que se va intensificando, comienza a bajarle desde los muslos hasta los pies. Ya luego es el fuego que le consume las piernas, las llamas de un dolor insoportable que sólo calma el agua helada.
-Antes a los que eran pecadores los quemaban vivos. Los amarraban a un palo y alrededor hacían una hoguera, luego les prendían fuego a los pies hasta que se volvían ceniza. Decían que el olor a carne quemada era porque el Diablo dejaba el cuerpo del pecador.
-Cuarenta años trabajando cargando bultos no pasan en vano. No es ningún pecado haber trabajado en eso.
Antonio le dice a su esposa que caminar le ayuda porque la sangre le corre por las piernas pero que cuando duerme y está quieto la sangre se queda quieta y se agita y de repente rompe a hervir. Rosa ya está acostumbrada a esa clase de descripciones y los sueños de su marido que siempre busca explicaciones fantásticas a su tormento.

No pueden seguir durmiendo y hablan hasta que amanece mientras toman café. De repente Rosa le recuerda a Antonio la noche en que le comenzaron los dolores: el incendio como lo bautizó desde esa noche Antonio. Se ríen juntos hasta que por fin deciden ir a dormir al menos una hora antes de comenzar el día.
No importa el frío que haga, Antonio dice que si cayera nieve y metiera las piernas entre la nieve la derretiría.

Los médicos ya no pueden hacer nada: los daños sufridos en la columna son irreparables y los medicamentos ya no producen ningún efecto, sin embargo por la tarde irán a una de las tantas citas a la que asiste Antonio desde hace años para lograr calmar su mal.
Por la noche vuelven a la casa y comen pan con café. Antes de acostarse Rosa revisa que todas las puertas y las ventanas estén bien aseguradas y que la llave del gas esté cerrada. Al acostarse sabe que su marido se despertará desesperado por el incendio de sus piernas, por eso todas las noches deja una tina de agua con hielo lista para cuando él despierte.
Esta noche Antonio se revuelca en la cama, se queja más de lo normal, grita dormido, despierta, dice gritando que le atraviesan las piernas con agujas, que le introducen puntillas con martillos, que le arrancan la piel a pedazos, que tiene las piernas en carne viva, que la sangre se le ha convertido en gasolina y fuego. Rosa está muy asustada mientras ve como su marido se agarra la cara del dolor y pide que le traiga un machete para cortarse de tajo las piernas, ella sale corriendo por la tina de agua. Cuando Antonio mete sus piernas en el agua helada esta comienza a hervir. Ya no hay como apagar el incendio.

Texto expositivo - Las bacrim

El objetivo primordial de este tipo de texto es difundir y hacer comprensible un tema de interés general, tratando de dar respuestas a preguntas del orden ¿qué? ¿cómo? ¿por qué? cuándo? y ¿dónde? De esta forma se busca hacer que el público tenga acceso a temas que tal vez de otra forma no tendría acceso, un claro ejemplo de esta clase de texto son los libros de divulgación científica que explican de manera sencilla asuntos tan complejos como la física cuántica, la matemática infinitesimal o la neurociencia. Su estructura se puede expresar como: introducción, desarrollo y conclusiones.










Texto argumentativo - La educación de la apariencia

El texto argumentativo tiene la característica esencial de exponer y argumentar una idea u opinión con respecto a un tema determinado, con el fin de generar diferentes puntos de vista que permitan el desarrollo de un debate de opinión crítico y argumentado. Su estructura básica se puede exponer así: introducción (planteamiento de la tesis o punto de vista), cuerpo argumentativo, conclusión y cierre. Es un tipo de texto de gran importancia en el mundo académico.


Una profesora de derecho alguna vez afirmaba: es mejor parecer que ser, pero ¿por qué querer parecer lo que no se es? El DRAE define el verbo ser en su acepción trece como: Corresponder, parecer propio. Es decir, la apariencia se corresponde con la esencia. Por otra parte, el mismo DRAE, define al verbo parecer en su cuarta acepción como: Tener determinada apariencia o aspecto, y en su quinta acepción lo define como: Asemejarse. Teniendo en cuenta las anteriores definiciones se puede apreciar una diferencia notable entre los dos conceptos: ser es corresponderse a sí mismo, parecer es asemejarse a algo o alguien que puede ser uno mismo u otro. Ser uno y parecer otro es un desdoblamiento improductivo que nos complica la vida y mucho más cuando hablamos de cuestiones económicas. En ese caso lo mejor que se puede hacer es la correspondencia entre lo que somos y la imagen que proyectamos, es decir: lo que parecemos.

En un mundo que se mueve a una velocidad a la que no podemos marchar sin renunciar a parte de nuestra esencia, sólo nos queda el refugio de la apariencia: no ser lo que los medios de comunicación, la publicidad ni el sistema financiero quieren que seamos -a ellos no les importa lo que somos-, sino parecer lo que ellos quieren que parezcamos. ¿Qué hacer para no quedarnos atrás en la carrera de ostentación? La respuesta nos la dan en todo momento los anuncios publicitarios: endeudarse. Recientemente hablando con un amigo argentino acerca del default reciente de Argentina, concluíamos que la economía ha cambiado de objeto: ya no produce bienes ni transforma materias primas ni, mucho menos, presta servicios, su base es el crédito, generar deudas. La gran cantidad de créditos y de oportunidades de pago, nos dan la falsa idea de que podemos obtenerlo y acceder a todo de manera fácil e inmediata. No importa cuánto vendemos, importa cuánto nos deben. 

La cultura del ahorro y del esfuerzo cede ante la nueva cultura light: el endeude y la inmediatez. Todo debemos obtenerlo ya porque si no se acabará la promoción o aquello que queríamos comprar habrá pasado de moda y no podremos lucirlo ante las personas para que vean cuán a la moda estamos, cuánto tenemos, incluso, de ser posible, debemos aspirar a lo que aún “no está en el mercado”. Literalmente debemos pavonearnos, mostrar esa cola inmensa y brillante con forma de abanico para impresionar porque es la mejor forma de tener amigos, pareja, estatus social, respeto y todo aquello que nos hace sentir bien. El estado de bienestar como sinónimo de la felicidad y la realización personal. Sin embargo, como dice una canción de Héroes del silencio: la apariencia no es sincera.

En el documental Finlandia: el sistema escolar más asombroso del mundo se pregunta a varios estudiantes que están a punto de terminar la secundaria qué piensan estudiar y qué quieren hacer de sus vidas, las respuestas tienen un denominador común: la realización personal. La mayoría de los estudiantes no aspiran a mejorar su posición social ni a incrementar su capital, aspiran a desarrollar un proyecto de vida que tiene por base la realización como personas y la utilidad social no tasada en dinero. El sistema educativo finlandés busca crear ciudadanos que velen por los derechos y el desarrollo social a través de la construcción colectiva de conocimiento. Personas que sean personas, que sean seres humanos, seguros de lo que son y de lo que pueden llegar a aportar al proceso de construcción y desarrollo de los demás. Se podría refutar que en un país como Finlandia esta clase de respuestas y aspiraciones son posibles porque todos lo tienen todo: salud, educación, vivienda, recreación y demás condiciones necesarias para vivir, a diferencia de un país como Colombia donde las carencias económicas y sociales se ven reflejadas en carencias espirituales e inseguridades que buscan ser cubiertas con lujos y tecnología, tratando de imitar a ese primer mundo que tanto admiramos y envidiamos. Pero esta refutación carece de peso cuando notamos que los medios que utilizamos para parecernos a ese primer mundo, no son los adecuados, pues sólo imitamos la forma: vestirnos como ellos no nos harán ser como ellos.  


Nuestra cultura, perpetuada por un sistema educativo en el que lo importante es lo adjetivo: obtener la nota más alta, parecer el más inteligente, acumular conocimientos sin contexto ni aplicación, o, en su defecto, parecer el más malo, crea personas frustradas que se conforman con un carro y una casa propia a costa de deberle plata a los bancos y a cualquier entidad de crédito. Pero esa misma cultura también crea narcotraficantes, sicarios, prepagos y toda clase de personas a quienes ni siquiera les es posible un crédito y simplemente cogen lo que necesitan, cobran al sistema lo que el sistema les ha debido durante toda una vida de marginación, así como el protagonista del cuento El cobrador, de Rubem Fonseca, ellos son los frustrados entre los frustrados. Habría que replantear un sistema educativo y una cultura que cede ante el paradigma posmoderno de la apariencia, lo efímero y lo inmediato y comenzar a plantearnos, como sociedad, preguntas que nos permitan a todos una verdadera realización como personas.

Conclusión



Las competencias comunicativas son muy importantes en el desarrollo de la educación superior, debido a que permiten hacer buen uso del idioma, y comprender diversos discursos; así mismo, se pueden aplicar en toda la carrera universitaria y a lo largo de la vida. En el desarrollo de dichas competencias, se logran identificar las estructuras y tipos de escritos que existen, para organizar las ideas de forma clara, concisa y coherente con lo que se quiere expresar.